lunes, 13 de febrero de 2017

Guerrera del alma

Una mujer soporta 9 meses de continuas molestias, cambios, deformaciones, ansiedades, sustos y miles de millones de interrogantes. Junto con ésto una mujer experimenta el más profundo cambio en su forma de pensar, de ver las cosas, desde ahí y en adelante uno se debe a otro ser, otra personita que la necesitará por el resto de sus días y más. Por ésto una de las angustias más grandes que podemos experimentar, es el sufrimiento de un hijo porque no sólo se sufre por él, también se sufre por uno mismo porque su dolor es también el nuestro. Hace días Sebastián me pidió que escribiera algo para su amiga Paula, pero finalmente creo que lo haré para mi amiga Paola. .............................................................................. No puedo sentir la angustia diaria que inunda tus días, pero intento entender y sufre mi cuerpo y se angustia mi alma. No puedo saber lo que piensas o cómo hilvanas tus horas para estar siempre, pero recuerdo los angustiosos años sin saber lo que pasaba en el cuerpo de mi hijo y sufro. No puedo entender de dónde se sacan las fuerzas, en los momentos más duros, esos donde se te seca la boca, te duele el estómago, se te llenan los ojos de lágrimas, pero sigues ahí y de pie. Pero pronto recuerdo que la oración nos salva, nos renueva, nos consuela y nos da justo lo que necesitamos, aún sin pedirlo. No puedo saber qué pasará mañana con nuestros niños ( porque siempre serán nuestros niños, verdad?). No puedo. Lo que sí puedo, es concentrarme y pensar en la promesa divina que dice: Ningún residente forastero dirá estoy enfermo. Y aferrarme a la esperanza que nos hace más que amigas, nos hace hermanas !!! y nos hace ver con los ojos llenitos de fe el maravilloso futuro que espera a nuestros hijos por la eternidad.