viernes, 27 de mayo de 2011

Recuerdos



De tanto en tanto, me vuelvo a ver lo frágiles que somos los seres humanos. Hace poco falleció la mamá de unos amigos de juventud, de esa época en que era una niña practicando a ser mayor y que por el paso de los años casi olvidé.


Ahora me detengo y pienso ¡por Dios!, pero que feliz que fui, a pesar de los pesares, viví una época dorada casi sin notar que la vivía, pero ahora que ya casi he vivido la mitad de mi vida, puedo mirar atrás y decir; ¡ Sí, tuve amigos (as) como hermanos (as)!, tuve sonrisas por millares, pequeños viajes que parecían la vuelta al mundo, el río Quilacoya era el Nilo si nos bañábamos en buena compañía, las caminatas, el cine (el que llegaba último, entraba gritando nuestros nombres) , los bailes, la música, las termas y nuestras canciones entonadas o mejor dicho desentonadas por la Paula y por mi (mi mamá y mi tía Margarita encantadas por la personalidad de sus retoñas), las fiestas donde nos bastaba una radio e invitar al Rojo que era panorama fijo de pura entretención, las manos con carbón y la cara tiznada, los viajes a la playa en bicicleta, las tardes en el museo, nuestros días, donde todo era blanco y donde nosotros el grupo de flacuchentos y espinilludos adolecentes disfrutábamos de la vida sin dañar a nadie.

Ahora que de tanto en tanto, me vuelvo a ver el pasado, me doy cuenta de que llevo hermosos recuerdos atados en mi corazón.