sábado, 27 de marzo de 2010

27 de Febrero





A las 3.35 de la madrugada del sábado 27 de febrero, despertamos de una de las peores formas en que puede despertar un ser humano. Un terremoto grado 8.8 sacudió nuestro país, al parecer son 3 las regiones más afectadas, el epicentro el lugar donde vivimos mi familia y yo.

Fue un terremoto largo, estábamos en el segundo piso sólo con los mellizos, Sebastián en la casa de su abuela..despertamos con el sonido y corrimos al dormitorio de los niños, nos acurrucamos entre sus camitas y oramos todos, yo sólo pedía que parara luego, la casa crujía, el sonido de la tierra era terrible, fácil percibí 10 minutos de continuo movimiento, mis niños no lloraban, ni siquiera preguntaban que pasaba, sólo oraban a Jehová.

Sentí un ruido fuerte en el primer piso, era el mueble de la pared que caía con todas mis figuras que tanto quería, estaba todo oscuro, afuera la luna llena miraba triste nuestro dolor, me levanté como pude e intenté mirar por la ventana, entonces noté que llevaba un par de horas operada de mi ojo. Empezó a detenerse, escuché voces que salían de la casa de mi mamá..Iván ¿Sebastián?...mientras mi hermano y uno de sus hijos sacaban la camioneta, no habían llantos entonces estábamos todos bien. Escuché a mis hermanos y sus familias llegando a nuestra casa, todos estaban afuera, Iván también bajó. Vuelta a escuchar ruidos de cosas quebradas abajo, eran mis sobrinos y hermanos con Iván que levantaban escombros para buscarnos ya estábamos vestidos, tenían el auto afuera, una sola emisora transmitía, es el único medio por el cual sabemos como esta el resto de los pueblos y ciudades siniestradas, pasadas las 4.00 AM escuché en una emisora Argentina que había alerta de sunami, me asusté, pero repetí es sólo una alerta..a mi hermano le avisaron por radio que el mar se estaba saliendo, intentó animarnos a escapar...mi otro hermano le dijo que no llegaría el agua hasta donde estábamos. Miré mi casa, soportó bien, la loza y todo lo que tuviera vidrio no, casi todo estaba en el suelo, mi pez también.

Hoy ya es domingo, no hay agua ni luz, gracias a Dios nos queda comida, anuncian 711 fallecidos, la alerta del sunami que dijeron que no era tal barrió con caletas y ciudades costeras, no hay manera de comunicarnos, el teléfono fijo sólo de mi casa funciona a veces, no deja de temblar, Sebas es el que más exterioriza su temor, el resto nos quedamos quietos como momias rogando que no sea otro terremoto, no tengo miedo.

Hemos sabidos de saqueos, por fin salieron los militares y hay toque de queda, los malos son los menos, pero se notan.

Ya llevamos 4 días sin agua, ni luz..aún así la casa no marcha tan mal, hemos vaciado nuestros closet para enviar ropa abrigada a la caleta Tumbes. Las horas pasan lentamente, es la primera vez que no vemos televisión, hemos inventado historias, chistes y conversado no imaginan cuanto, mis niños encuentran "romántico" que conversemos a la luz de las velas. Ahora sólo miramos nuestras plantas, no hay agua para darles.

Hasta hoy teníamos algunas comunicaciones telefónicas, pero ahora ya no..así es que crece la desolación y el aislamiento, pero aún así Jehová es grande y estamos en pie, ninguno de mis amigos y familiares figura en la lista de los fallecidos (Vero, si que me hiciste pasar susto), no sé si las cosas podrán ser mejores, pero por las noticias que escucho...a nosotros nos tocó la parte fácil.

Viernes 6.00 AM, despertamos asustados la tierra hizo un sonido impactante al segundo un temblor, 4.9 grados, después dos más un poco más fuerte, me fui a acostar de nuevo...al poco rato, otro temblor vi el cielo de Talcahuano iluminarse, eran los generadores explotando. Cerca de las 9.00 A.M todos salimos a la calle de nuevo, esta vez el temblor fue 6.8. Hoy tuve miedo.

Los días pasaron iguales, uno tras otro, un poco más de una semana sin luz, cuando regresó, pudimos ver por televisión lo que había ocurrido a pocos minutos de mi casa, hay cosas que las palabras no pueden describir. La pena que siento, no tiene que ver con cosas materiales, pero ver todo en ruinas duele. No tiene que ver con cosas espirituales, porque al saber que no es Jehová quien provoca estos sucesos nos une más a él. No tiene que ver con cosas sociales, gente tonta y mala hay en todas partes y da gusto ver y saber que hay muchos héroes en éste país. No tiene que ver con la gente que lo a perdido todo, porque mientras más mal están, más se levanta la esperanza. Es una mezcla de cosas imposibles de explicar, nunca había vivido algo así, había escuchado las historias de mi mamá, de mi hermana, pero nunca lo había experimentado...cuando bajé entre sombras, le pedí a Iván que me llevará a mi dormitorio del primer piso, contuve el aliento...es espejo de mi abuela estaba en el suelo boca abajo, éste seria su tercer terremoto, Iván lo levanto despacito para que no saltarán los trocitos de espejo, pero no se quebró...después de ese día muchos de nosotros somos como ese espejo, hemos sido aplastados...pero no nos han quebrado.

miércoles, 17 de marzo de 2010

La noche que nos cambió la vida

La tierra se estremeció, sólo fueron dos minutos, los más largos de mi vida..lo sé porque la única parte de la oración que le hice a Jehová que recuerdo es "que pare por favor". Luego vino el mar, celoso del protagonismo de la tierra y barrió con todo lo que habia a su paso, nada lo contuvo..la luna llorosa lo miraba desde el cielo, un par de minutos más y no quedó nada, nada, y lo peor, ni los lugareños ni los que viviamos más retirados del mar supimos nada hasta después de unas horas y sabiamos sólo lo que algunos valientes aventureros fueron a investigar. Mi hermano nos trajo fotografias de la Caleta donde vive la familia de su esposa...entonces agradecí tener mi ojo recién operado y no poder ver la mágnitud de la tragedia.

Pero los días pasan y puedo ver mejor ¿qué fue lo que me dieron en el suero, que me quedé metida en ésta pesadilla y aún no puedo despertar?

Mi familia esta bien, estamos sanos, estamos abrigados, mis hijos corren y sonrien. Iván y yo seguimos trabajando...pero todos hemos perdido lo que nunca tuvimos, pero que torpemente considerabamos nuestra...la seguridad, la plena seguridad de que el amanecer llegaría y seria todo como siempre.