miércoles, 8 de octubre de 2014

Y la dislexia?

A ver ¿cómo lo explico? ... en la historia anterior detallo mi sentir con relación a mi terapia y finalmente debo informarle a mi público dos cosas: La 1° es que aún no he mejorado casi nada (lo siento Gabriela, pero es la verdad) pero eximo de toda responsabilidad a mi Kine quien se a esforzado como nadie para que me recupere ¿será que está aburrida de mis ejercicios nuevos, inventados por mi? y 2° que como a la visita Nro. 12 mejoré de mi dislexia deportiva eh eh eh ¿no les dije yo, que capaz que me transforme en una Tomasa González?, si no fuera porque antes de comenzar con mi nueva profesión ya estoy con una lesión (la cosa plantar) fijo que hubieramos ido por una de oro. Pero me autofelicito porque he sido constante, aprendí mis ejercicios, me he bajado de los tacos altos aún con el riesgo de ser más baja que cualquier persona o cosa que tenga al lado, ni usado pantalón pitillo que no tiene nada que ver con los pies, pero que no andan con zapatos planos, que me he quejado lo minimo comparado con lo que realmente quisiera hacer y he mantenido el buen humor a pesar de que llego antes que cualquiera a la oficina y por ende debo esperar a que la abran. Felicito a mis compañeritos y compañeritas (lesionados varios) por lo concentrados que son al contar del 1 al 15 y tener tan claro el concepto de los segundos y no andar tan apuretes como yo que cuento en milesimas de segundos. Otra especial felicitación a mi Kine-profe por lo paciente, por su buen ánimo y por lo MAS importante, porque pronto será una bloguera más, dispuesta a deleitarnos con su blog de recetas exquisitas y apetitosas (pobre del que no la lea). Ven ? aunque el dolor no desapareció na mucho, logré hartas cosas. Jamás llegaré a ser Tomás González, pero llegue a mejorar mi dislexia deportiva, así es que ahora nunca más seré una disLESA.

1 comentario:

  1. Como siempre me gusta leer lo que escribes y de disLESA no tienes nada, eres muy ingeniosa, amena y esforzada. Te felicito por tu ánimo.

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Cuida tus palabras, me pueden doler