jueves, 12 de julio de 2012

Con el Cuerpo al Revés

Han pasado varios días ya de mi último jugueteo con las teclas de mi notebook, también de mi último intento por pintar, por leer, por tejer la bufanda más larga de mi vida cuya longitud finalmente no se medirá por sus metros, si no por los días eternos que demoraré en terminarla (si es que lo hago).
He estado completamente embargada por la tristeza aunque  no se me note, vuelven esos nudos a mi garganta y las ganas increíbles de llorar, pero lo evito (no sé por qué), tal vez sea porque han pasado ocho meses desde la última vez que vi a Diego y es de suponer que la tristeza se transforma en nostalgia y yo me he quedado pegada a mitad del camino.  Si a ésto le sumo mi dolor físico da la ecuación perfecta para el psiquiátrico, hoy lloré de rabia porque no podía moverme como otros días y me dio la sensación de que cada día será peor, pero lijerito me deshice de la idea, era una mala, mala, mala idea.
Hoy he vuelto a jugar con las letras y el computador, no fue la gran historia y de seguro a nadie impactará al grado de pedirme una dedicatoria y un autógrafo, pero si supieran cuanto me sirvió para volver a ser yo y olvidar un poco lo que no puedo hacer hoy...que he vuelto a sonreír con las orejas.

1 comentario:

  1. Es tan natural nacer como morir, pero son los dos lados opuesto de una moneda, una genera un felicidad y el otro una gran pena. La incomprensión nos rodea nos turbia el pensamiento, Nos corroe por dentro, pero por otro lado nuestros recuerdos regocijan nuestra mente y aceleran nuestro |corazón. Entonces es cuando pensamos que tonto he sido, más tiempo con el debiera haber compartido y así cuantas alegrías habríamos tenido, pero ahí es cuando nos damos cuenta que estamos rodeados de seres con quienes podemos compartir eso y mucho más, y es cuando nos cuestionamos, si nos paramos y seguimos adelante, o nos quedamos sentados en los recuerdos.
    Solo sanamos de un dolor cuando lo padecemos plenamente pues lo que una vez disfrutamos, nunca lo perdemos. Todo lo que amamos profundamente se convierte en parte de nosotros mismos.

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Cuida tus palabras, me pueden doler